En las noches de Septiembre yo admiro
de tu rostro tus labios carmesí,
tu sonrisa rebosante en frenesí,
tus ojos, que al mirarme yo suspiro.
Cuando pasas a mi lado yo respiro
el perfume de tu piel, que es para mí
gema más hermosa que el rubí;
y me enamoro sin remedio si te miro.
No soporto la espera para verte
y admirar tus piernas tan divinas.
Tu recuerdo en las horas vespertinas
despiertan el anhelo de tenerte
por siempre entre mis brazos, y ofrecerte
en las noches de Septiembre mis poemas.