POESÍA JAPONESA
Por la noche hablo al oscuro, iluminado por las estrellas, brillantes como cristales; donde la luz se refleja,
Muero de amor al verlo sonreír, el que daría media vida por verme feliz.
A cuerpo abierto resplandecía, la espuma del mar la lamía. En el ocaso esplendoroso sus ojos se ensombrecían
Enamorarse es fácil, te quedas enganchada de él sin darte cuenta. Empiezas a sentir que quieres en tu
Era una tarde de noviembre paseando por el Albaicín lo vi por última vez, me miró con sorpresa cerveza en la mano.
Cuando vuelvas ya no estaré me habré ido a algún lugar traspasando la frontera de la soledad.
Sentada en la cama en mi cuerpo la brisa otoñal hace que se erice; y que empiece a rememorar. Recuerdos de tabernas
Adoraba la sensualidad de la hierba en mi espalda, tocar la tierra, amasarla con mis manos. Me hacía sentir viva,
Suerte fue conocerte, buscaba amor de verdad, enlazar mi mano con otra, no sentirla vacía. Tengo tanta vida por darte
Por que soy libre y yo elijo. la sociedad me quiere esclava, pero mi libertad me la gané el día en que entendí que solo yo podía guiar mi vida.
Me dijiste que eternamente estarías por mí, ahora sé que mentías como siempre, y no te quiero perdonar.
Aprendí que hay personas que solo miran por ellas mismas. Qué los ojos mienten que las bocas hablan lo que el corazón niega.
Cayó el aguacero sobre mí, la lluvia besó mi cara, y pensé en un refrán de mi abuela: cuando los sapos saltan, anuncian… y, aquel sapo había saltado
Muérdeme el cuello dos colmillos albos se clavan en mí. Siento por mis venas caballos correr,
Tengo que conseguir salir de aquí, te besaré te amaré hasta morir encima de ti. Pero debo de continuar