Las Cosas Perdidas
He querido saber qué destino abraza
A las cosas perdidas, que el tiempo arrasa.
¡Con qué facilidad desaparecen sin razón!
Mi zapato izquierdo se esfumó con mi media azul,
El cepillo se escondió y no revela señal,
Y las llaves, ¡oh, misterio! ¿Dónde estarán?
Me pregunto si un mundo secreto acoge lo extraviado,
O si el azar las oculta y el encuentro es anhelado.
Quizás convivan en un lugar distante y sutil,
Donde objetos y pensamientos trasciendan lo vil,
Entonces, me alegraría en tal hipotética distancia,
Pues reinarías entre lo perdido y lo olvidado, mi bienamada.
Ya no habría motivos para derramar lágrimas amargas,
Pues aunque te extraviaste, serías la reina de esas cargas.
Tus pensamientos danzarían junto a los míos,
En esa dimensión de tesoros escondidos.
¿Sería acaso un reino etéreo y singular,
Donde lo perdido halla refugio sin cesar?
Allí, te imagino, gobernando en esplendor,
Sintiendo el eco de lo que fue amor.
Y si tal mundo existe, oh, dime por favor,
¿Cómo acceder a su umbral, desvelar su sabor?
Pues en ese edén, si habito junto a ti,
Sería dichoso, extasiado, y completo, un adalid.
Mas si no es más que un sueño, una quimera,
Un anhelo del corazón, en su espera,
Seguiré buscando, persistente y fiel,
Hasta hallar lo perdido, en este universo cruel.
Que si te encuentro, volveré a sonreír,
Pues sabré que lo perdido puede renacer y surgir.
Mientras tanto, aquí sigo, con esperanza y empeño,
Buscando en lo perdido, un futuro risueño.
