Hacer florecer la Tierra es un Arte hecho de Amor y Poesía…
Producto de ese amor, que la alimentó a ella primero, ella nos alimenta y nos ha alimentado desde que el mundo es mundo…
Amanece…
Los primeros rayos del sol besan la tierra húmeda que ha sido acariciada por el rocío…
A lo lejos se observa, allá, en el horizonte, la silueta de un anciano que viene caminando muy lentamente y que sonríe porque va, como todos los días, (llueva, truene o relampaguee), a visitar a su amada, que lo espera ansiosamente…
Al llegar, la toca con sus manos, llenas de callos y recuerdos y le habla dulcemente...
Le dice que no se preocupe, que las primeras lluvias ya llegaran pronto, que no le tema a la sequía, que ahí está él para cuidarla, protegerla y defenderla hasta que la muerte los una aún más...
Sigue su labor de amor, con la paciencia y la experiencia que le han dado los años…
Paso a paso, grano a grano que va sembrando en el seno de la tierra, se va uniendo aún más con ella...
Mientras avanza el día, es tal su dedicación que es difícil ver a veces donde termina él y donde empieza ella…
Él la alimenta a ella con su esfuerzo, con su sudor, con sus lágrimas e incluso con su sangre. Y producto de ese amor florece la tierra...
Producto de ese amor, que la alimentó a ella primero, ella nos alimenta y nos ha alimentado desde que el mundo es mundo…
No en vano es nuestra madre, nuestra amiga, nuestra confidente, incluso nuestra amante...
Al mirar al horizonte, el anciano observa con ojos cansados los últimos rayos del sol que besan la tierra mojada por su sudor y acariciada por sus manos…
Y antes que caiga la noche, no se despide de ella…
Al contrario, le da un beso y así, la lleva aún más dentro de su corazón…
Mañana volverá a amarla y ella volverá a alimentarnos con el fruto de su amor, porque hacer florecer la tierra es un arte hecho de Amor y Poesía…
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