Caricamento in corso...

Vaqueros

I
 
Equipararse a un objeto valioso
pero objeto, no al clarear de una
mañana ni a la torcida luna,
o al abejorro en el molesto zumbido
de los veranos que en las playas, en
los campos ocupa sabiamente
la estructura del viento, no, negado
a una convivencia de maternal leche
no entro a discutir que el oro es
perfumado con mágicos pases de alabanza,
en ese sendero de peñascos y filones,
esta plantación de dólares puede dejarme
atrapado junto a tí en la barrica
de whisky, al fallo, la horca
aproximadamente a dos, tres estaturas
de nuestros cuerpos borrachos. Intención
igual en esa copa de más que me ha visto
retroceder al oxidado cartón piedra
que amuralla la sobrecogida angustia,
encerrada, encarcelada en la aldea
santa y, soltarse a la voracidad
del amigo que comparte su tiempo con
el naipe.
 
II
 
El tiburón ataca a la canoa que no discernió
entre aguas mansas o salvajes, si la
causa del juez no se hayase tan lejana
me pondría una denuncia por violentar
los derechos del jardín en donde vuelan,
revolotean mariposas de alas blancas,
los granjeros se adornan las cabezas con
blancos sombreros y en la iglesia
los santos de los últimos días, oh
Utah pincha el brazo izquierdo que
la pasión me arrebata al gemelo
del otro lado. Santos... mas
los últimos días coinciden con la fecha
que propongo al pardo caballo que me espera
paciente a la puerta de la casa de bebidas
y chicas y cartas marcadas en las que
alguna vez con dos copas de más allá
de la curiosidad me he enfrascado en
destapar bragas de la habitación cuatro
y champán.
 
III
 
Abro la ventana, refresca el invierno
pero apenas siento el ladrido del frío
que corta la barba, encuentros,
coincidencias al salir de frente en una
puerta delantera me doy de bruces
conmigo mismo, con el amigo que
a hurtadillas abandona el trato del
póker, busco un timbre, un teléfono, doy
un grito, pongo un telegrama, ¡alguacil!,
un intruso que soy yo de color amarillo
de bombilla, sin sol, turbio igual
que un día de santos del día primero
en el cual abriendo el grifo del tonel,
cayendo el licor por la garganta, ese
dorado líquido me empujó al sólido
dorado en placeres prometidos, y
vuelta a los picaportes para una
presentación de las credenciales
de ahorcamiento con un sueldo ajustado
a las ventas de las biblias.
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