Cargando...

Blas de Otero 1950.

Hoy han vuelto a tener sueño y hambre y circunstancia
como siempre, ganas de llevar una pistola
en los ojos para hablar alto a sangre abierta.
Hoy han vuelto a estar vivos y enfermos al principio
de su historia fingida y su manera inmediata
de unir el manicomio y la calle por las puntas.
Nunca más hermosos, sin embargo, que así, zurdos
y resignados a ser felices en sus camas,
abolidos según un número de placeres
que les provocan el infarto y la menopausia.
Hoy han vuelto a subir hacia atrás las escaleras
y a beber de reojo por la salud de dioses
ciudadanos, que no conocen pero han amado
alguna vez, de alguna forma desconocida.
Yo los he visto en cuclillas buscando su suerte
en los charcos; les he tocado apenas la espalda
y se volvían negros. Pero es hermoso,
y hoy han vuelto a tener miedo y madre y circunstancia
como ayer, y a escribir las páginas de una tierra
que no les pertenece sino en esa esperanza
anónima del surco, en el andamiaje gris
de los pasos en que renuncian a la existencia.
Los he mirado con fuerza, y al fin he tenido
sus caras y sus brazos en medio de la calle,
sus figuras de lejos dando el perfil exacto
de los árboles. Ahora sé que no estoy solo
y que tampoco el hombre está solo mientras muere.
Todo el aire del mundo se nos une de golpe
y nos lava sin perdón las heridas para odiar
o respirar, como si no hubiera cosa alguna
que llevarse a la boca y a los hijos, al frío
constante en la fe de un ángel fieramente humano.

Preferido o celebrado por...
Otras obras de Andrés García Cerdán...



Top