Hasta cuándo puedo seguir jugando con el diccionario mientras intento convencerte de que salir de este alboroto será placentero.
Es como si hubiese cruzado la puerta del laberinto adentro de un laberinto cuyos límites no dejan pasar ni un poquito de luz y mientras tanto, me golpeo la nariz contra las paredes y por los golpes y por mi tacto y por el piso húmedo y frío, sé, puedo notar, que son inquebrantables.
Hasta que choqué pieles
y entendí
dónde estaba
y cómo salir.