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EL SAPO RASTRERO

Él, era un sapo de otro pozo y se aventuró de guapo que era nomás a cruzar la charca del pantano.

Estaba terminantemente prohibido a los sapos saltar de un charco a otro. Era una sociedad  “sin movilidad social”, nacían en un charco y morían en él.

Pero el sapo rastrero, no era cualquier sapo, él era vehemente, idealista, aventurero, didáctico; no se conformaba con el estancamiento al que había sido obligado a vivir, él quería salir a conocer el mundo, ¡tenía las branquias bien puestas!

Y así, como quien decide marcharse de su casa, salió eructando contento y con fuerza rastrera saltó la charca.

Encontró otros sapos parecidos a los de su charca pero más gordos y en número superior y que tenían dársenas donde vivían y criaban langostas y miles de sapos enflaquecidos que trabajaban para ellos mientras solamente los sapos leguleyos procreaban. Su “sapiencia” le hizo comprender porque no debían los sapos saltar la charca:

“Los sapos no deben adentrarse a cuestionar los regímenes sociales preestablecidos, deben conformarse a vivir en su hábitat como sapos”

Pero el sapo rastrero era poeta y gaucho y no lo iban a amedrentar así porque sí y sacando coraje de su pulmón escupió su maldición a los sapos del otro pozo diciendo:

—¡Sacad vuestro faca y medid vuestras pestilencias con el sapo rastrero de la charca y no opongáis excusa cuando os reviente!—

Los sapos de la charca “la laguna seca” se dispersaron, rodearon la orilla y se camuflaron con el follaje.

El sapo rastrero estiró su lengua y bebió del agua del charco, alzó su panza y abriendo sus ojos profundos miraba a su alrededor en busca de los sapos leguleyos, cuando sintió de golpe el puñal que se incrustaba en su vientre y un grito lastimero enmudeció la tarde.

—¡hijos de mala sapa! – vuestras leyes son filosas y me matáis en vuestra charca, pero sabed que el sapo rastrero no muere sino se lleva a una docena de leguleyos consigo!–   y pelando su puñal, ahí nomás comenzó a destripar batracios como gaucho amaestrado para la faena hasta que sus fuerzas lo abandonan y se cae desmayado en “la laguna seca”.

Hoy en la “laguna seca” ya no hay sapos de otro pozo – comentaba un sapo abuelo a un renacuajo–, pero por las dudas, cuando crezcas y seas ya adulto y sapo, ten cuidado con los sapos leguleyos ¡Esos sapos siempre engordan y sus artimañas legales siempre terminan matando a los sapos del pantano!

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