Aldana

Espectros de vampiros

Dos hojas de calcar.

Todo eso lo reconozco.
Nose cuando empezó.
Quiero dilucidar finamente con todos mis sentidos.
Con la fuerza de una bocanada de aire fresco.
Voy hacia atrás y te veo, transitando los pasillos de nuestra casa de estudios. Recuerdo ver tu figura venir hacia una dirección donde estaba yo. Puedo reconocerte entre multitudes ¿Cómo eso es posible? No saber ni entender nada, pero verlo y fijarlo en la retina, con todos sus detalles y con todas sus rimas.
Entre tantos... estás ahí haciendo esa fila desordenada y estrecha en la espera para sacar algunas copias. O recorriendo esos pasillos anchos de techos altos y ladrillos vistos, fríos con olor a un cóctel de químicos.
Y la verdad es que tengo mala memoria
no recuerdo fechas, hago asociaciones en mi cotidiano por inercia, muchas para poder al fin retener algo en mi cabeza. Pero puedo identificar el tuyo entre miles y miles de rostros. Esperando el colectivo al atardecer de algún octubre ventoso, te paras firme luciendo una camisa a cuadros y unos jeanes azules, tu mochila negra oscura combina con tu pelo grueso y frondoso, todo tan prolijo. Y yo me quedo atrás reconociéndote, nose como te llamas, nose quien sos, nose que haces, pero si se que sos vos.
Hay algo de todo eso que me encanta y se fija en mi, es más desde que apareces en este capítulo de mi vida sueño repetidamente con ese rostro sin darme cuenta. ¿Será que lo guarde tanto? Como cuando guardamos las cajas o las bolsitas de las cosas nuevas que compramos, por las dudas de que más tarde sirvan. Y parece que hoy en día me sirven porque tu presencia forma un significado. Hoy ese rostro ya no mira vagamente, hoy ese rostro elige mirarme, puedo ver como sonríe o se ríe de lo que digo. Ya no está buscando un aula perdida o esperando el colectivo, ahora se detiene, posa enfrente de mi y me pide un beso. Ni se imagina pero en mi pecho hay algo que entra en ebullición y baja para quedarse en mi panza. Y te digo la verdad nose que sueño a veces resulta muy hipnotizante y otras veces un tanto ensordecedor, como si una agonía profunda levantara sospechas del descenlace fortuito de ambas vidas.
Hoy puedo reconocer que cada una de tus facciones albergan un contraste perfecto y atractivo, como si de algún fetiche se tratara, penetran en el lienzo transparente con un pincel N* 4 color negro azabache formando un marco indeleble. Lo raspo con el dedo gordo por los bordes y está impregnado, no sale. Mi desafío es ver cómo ese lienzo se torna rogizo tras varios intentos de bromas vanas para poder por fin arrastrarlo todo hacia tus mejillas,
siento que guarda una hilacha como de lobizon esa misma que me distrae en la multitud y transmuta cada rincón de mi cuerpo transparente. En el fondo sé que se traslucen como dos hojas de calcar encimadas una arriba de otra, impolutamente tus facciones con la mías. Somos espectros de vampiros que simulan  profundas sensaciones en la noche como cuando el ying se funde con el yang para habitarse objetivamente. Todo en la vida no es 2 + 2, es temple. Pero confío en mis intuiciones, confío en una inspiración una clase de arte que a nadie alumbra pero a mí me cautiva.

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