Recaída
Al que creyó no tener la necesidad de volver a escribir.
Por: Juan Agudelo
Creí no tener la bella y dolorosa necesidad de volver a escribir, pero la muerte ha sido incompetente para conciderar siquiera, qué, aunque conmigo ha hecho su trabajo a medias.
Matando primero el alma, no concidero qué se pudriria mí cuerpo, creí estar tocando el cielo, cuándo en realidad, me encontraba sumergido en mis más terribles profundidades.
Buscando esa extraviada superficie bella, espejo de lo que realmente, un día fue mí ser.
Sin haber muerto por completo aún, ya he comenzado a olvidarme.
Escaparme entre párrafos, ocultarme tras las letras.
Ya no preguntas por lo que escribo, ya no te seduce el conocerme. Me construyo un hogar entre tú olvido y mí recuerdo.
Continuamente mí alma, como un lápiz, recae de la mesa llamada vida.
En ocaciones, suelo levantarlo con presura del suelo, otras tantas, dejo que se enfríe un poco allí.
Sobre mí cama, en tus brazos o tirado en el suelo.
Arriba, abajo o en medio.
¡Qué importa!
Ya no supone nada, sin siquiera saber. ¿Cómo se está?
Ya ni siquiera se. ¿Dónde me encuentro?
Manada de infelices.
Preferido o celebrado por...
