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El hombre que no sabía hablar

Había un hombre al que decían lejano porque casi no hablaba
Decían que no le importaba nadie ni nada de su alrededor
Que era egoísta
Que era un ente mudo y ciego porque no reaccionaba,
Que había que decirle mil veces
y nada.
Ese hombre no hablaba porque nunca se había escuchado
(lo que soñaba, lo que quería, lo que esperaba)
Siempre había quedado de segundo y de tercero,
ponía el deseo ajeno como el primero,
Pero eso nunca era bastante, quedaba corto por mucho
porque para hablar no era bueno.
 
Un día se quedó mirando hacia adentro,
Clavó sus ojos en su pecho y la mano en su cerebro,
Quería saber si por sentir perdía conocimiento
Y si por pensar bloqueaba el sentimiento.
Le dio mil y una vueltas, quemó neuronas
y se sintió como un tonto eterno,
porque con todo lo que tenía adentro
hablar no era un talento.

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