Desde lejos tu luz fue mi sendero,
en tu risa encontré la melodía,
te miraba danzar en lejanía,
sin saber que tu aroma era sincero.
Cada paso me hizo prisionero,
dibujando en el aire mi osadía,
te seguí con el alma todavía,
como sigue la luna al mar entero.
Pero el tiempo marcó mi fortaleza,
aprendí que el amor es decisión,
y encontré en tu calor mi fortaleza.
Hoy mi pecho palpita con razón,
pues gané con valor tu gentileza,
y en tus brazos descansa el corazón.