Me miro en el río callado, en el brillo húmedo del suelo, en los ojos que me observan como un eco sin tiempo. Eres tú y soy yo,
En la brisa va mi canto, como el río en su rumor, vuelve y vuelve su dolor, como el eco de un quebranto. Lo que amé quedó en encanto,
Una flor blanca en el llano despertó con la mañana, y al sentir brisa temprana extendió su débil mano. “Viento suave, luz lejana,
Mamita, Vamos al puerto, quiero pescar con mi cubito estrellas del mar.
Madre, en tus manos de luna duerme la brisa temprana, y en tus ojos de rocío se queda el alba callada. Cuando tu voz me acaricia,
En un tazón se encuentra el univer… dulzura y magia en perfecto compás… la nata fresca inicia el gran vers… cremoso manto de aroma y solaz. El coco rallado, copos de nieve,
Suena el verso, canta el alma, es un universo que nos calma. Fina estrella,
Toma un puñado de sombras del rincón donde nadie mira, mézclalas con agua turbia de las fuentes de la vida. Añade un suspiro hondo,
El viento cambia todo en su camino… deshace las verdades que abrazamos… los gestos y promesas que forjamos se quiebran en su soplo repentino. El valor, que aparenta ser divino,
Entre capotes y sombras, en la plaza se alza el día, Valentina, la torera, como un sol resplandecía. En sus manos, seda y fuego,
Ahí llega mi tía Nora, con su vestido limón; y en sus manos una cesta, llena de dulce y canción. Trae cuentos de mil colores,
Plantaré un bello jardín, que al mar hará parecer, donde el pájaro cante al alba y las estrellas al anochecer. En él alzaré un palacio,
Te corté con la furia de un incend… cuando bastaba el roce de una llam… Llegué como tormenta cuando solo pedías rocío. Quise abrir tu alma
Camina la brisa con los pies descalzos de la tarde… silenciosa, como un eco dormido en la nostalgi… Las hojas tiemblan
Un caracol muy viajero, con su casita en la espalda, salió a pasear por el prado, siguiendo la luz dorada. —¡Qué grande es el mundo entero!—