La vida es una torre,
levantada con sueños y huesos,
con manos que apilan certezas
y dudas que tambalean el alma.
Ladrillo a ladrillo,
construimos futuros inciertos,
alzamos muros de orgullo
y abrimos ventanas de anhelos.
Pero el viento sopla,
las grietas susurran secretos,
y a veces, lo que erigimos con fe
se desploma con solo un gesto.
Porque vivir es construir y derribar,
es sostener lo que amamos
y ver caer lo que creímos eterno,
para volver a empezar.
Así crece la torre de los días,
entre la obra y la ruina,
entre el peso del tiempo
y el eco de nuestra esperanza.