Tu nombre es un río que nunca se queda,
un rumor de mar en la piel de la tierra,
una grieta de luz que atraviesa la niebla.
Caminas descalza sobre la memoria,
con las manos abiertas y el pecho en hoguera.
Te nombran los árboles, las calles dormidas,
el grito del viento en las hojas caídas.
Eres casa de pájaros,
lumbre en la sombra,
una grieta en la piedra por donde respira
lo que nunca dijeron las bocas cerradas.
Y sigues andando, con los pies en la brisa,
como si fueses agua que no se detiene,
como si fueses tierra que nunca se cansa
de parir primavera en el fondo .