En este poema cuento lo que vi en una chica joven en un centro comercial el Lunes pasado. En pijamas, descalza, despeina, ojerosa y con unas monedas en sus manos y un grato abrazado a su cuello y una pena de amor en su mirada. Era tan especial, que mientras halagaba las uñas de la cajera, buscaba una palabra de afecto, pero la cajera era tan helada como el cafe con hielo que la joven deseaba. La he mirado tan sola, tan gris, que me ha llevado a estas letra, sin coma, sin punto, sin poderle decir una palabra que cambiara su Lunes, ya que tiro las monedas en el frío mostrador de la cajera, y se fue dejando la bolsa de su compra, la cajera, corrió a su alcance y se la entrego, ella ya no dijo un gracias, al menos eso vi por el cristal que da a la acera del comercio. Tienen un gato con quien conversar cuando la soledad les invade? Espero que lo tengan, o una planta, o hablar a la luna o a un poema.