El tallo del lirio marchito respira sobre hojas caducas mecidas por viento supino olvidan las ríadas que surcan. La planta ardiendo se enceniza
Pídanme los lirios que me muera entre tus brazos. Pídanme los lirios que proceda en el ocaso. Pídanme martirios,
Pido disculpas, he errado: En la poesía he sustraído un azúcar amarrado a un lenguaje distinguido. Más en la prosa me distraigo.
En la sala otorga el niño sus pala… resurgen de los vapores del alma, y tres imágenes recrea. La una es el “yo niño” en la cama; segunda es la caricia, su llama,
Extraño el sueño de su mirada cau… inclemente, acusada, disruptiva, y tiéntame el verso, para que yo l… Amor aprisióname en tu juego onírico;
—¡Eres artificial!— me digo mientras busco en lo casual, en lo orgánico, sentirme más capaz
Romance del caracol Caracol no yerra en su cuerpo, No yerra en su condición —¿Qué mal hacemos amores?— pregunta en su compasión.
Hirviente besa la sangre en su ofensa pecaminosa al posarse sobre la carne desgarrada y tan sabrosa. Éxtasis quiso ser,
Si te escribo es por inercia, por su ausencia, por aquella impotencia propia de la existencia de una conciencia
¡Alerta! De entre los hombres ha… que reniega de su especie; aquel que al ser humano no desprec… pero en sus rasgos difiere. Ha renegado de esta subespecie
Arco y chelo en su fricción, resuenan tras la madera, curva sed de perfección, curva y hiel de sus anhelos. Sobre las rizadas cuerdas
Entre sesenta y cuatro casillas nos quedan dos piezas: un hombre de arcilla y un chico que empieza. Son ambas casillas opuestas:
Ya no siento la hipócrita necesida… ya no tengo motivos para regurgita… Quiero callar, aunque no deba. Debí armarme en el desarme, palabras quedan que yo sepa.
Nos acercábamos al bosque, ese lugar donde niños y mascotas corretean al son del baile en la mascarada. Yo y esa niña mora,
De papeles, la montaña que te ahorca en su sendero, todo aquel es testimonio si lo entierra su heredero. ¿Quién, tras ellos, escribe