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Canción sin nombre.

El cuento del anciano.

¡Qué rápido pasa el tiempo!
 
Siento que comencé aquel día, como si hubiera entrado, me reconocí.
Tantas caras, tantos coros, tantos viajes viví.
Tantas noches en las que solo y sin comida dormí.
Nadie lo supo, porque a nadie le pedí.
Como el cuento del anciano aquél, que vivía por ahí.
Donde la nieve, cae, como del infierno un castigo,
y el anciano en pleno invierno se vestía sin abrigo.
Todos decían “qué fuerte, no tiene frío”.
Lo miraban, lo aplaudían, no sabían lo que ahora les digo.
El anciano, por supuesto, tenía frío...
Lo...
Que no tenía era el abrigo...

El viajero y el sabio.




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