La culpa
Poemario: Saltar al vacío
Sexta etapa: Despertarse
Equiparse en armamento, disparar y terminar recibiendo las balas, afilar los cuchillos y cortarse, desgastar cada capa de la piel hiriendo solo por haber sido herida, perder, perderlo todo, por no saber conservar, por autodenominarse perjudicial para cualquier otro ser, no saber mantener, alejarse y no saber volver, volver y no poder poder pronunciar la palabra, mantenerse atada de pies y manos porque incendias todo lo que tocas.
Te perdí, las perdí y los perdí, mientras me perdía, todo se me escapa de las manos, no te supe mantener y te mentí, les mentí y me mentí, una y otra vez, por no saber, por aprenderlo a la fuerza, abrí mis ojos en la madrugada y tuve las manos vacías, evidencia de que no tenía nada, que los había dejado ir y que yo misma les eche de mi vida porque no me permití cuidar.
La culpa, otra vez la culpa, el amanecer y el remordimiento, el sube y baja del guayabo acompañado del “no lo volveré a hacer”, no he ni acabado la frase y ya lo estoy haciendo de nuevo, asumir la culpa, culparme, la culpa es mía, bailar en la culpa pero no permanecer en ella, dejarla ir junto con todos, terminar mi danza y dejarla en una hora suelta de la noche donde procurare no despertarme, reparar lo poco que aún pueda armarse y barrer el mugre.
Ni siquiera estaba yo en mi cuerpo, ¿cómo hubiera podido acompañar a alguien?, mi compañía de ausencias, ahí en la ausencia se queda la culpa, sin alguien, sin nadie, sin algo, borrosa, lejos y desaparecida.
