Las manillas del reloj marcaban un tiempo y en mi alma se gravo’ Era el reflejo de una historia de amor, donde el tic, tac marcaba momentos de dicha y felicidad. Dios perdona el tiempo, que con los ojos cerrados y los labios entreabiertos daban besos y susurros de ternura y paz. No era pecado amar de esa manera. Era c’omo vencerle al reloj el tiempo marcado, porque quien puede ponerle manillas al amor. Una historia de amor bella y profunda, pero con un tiempo marcado, con un tic, tac que lo oscurecio. Nada es eterno, todo tiene un tiempo. S’olo es real en lo profundo que lleguemos.
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