Mirando las montañas, gloriosas e imponentes
me reclaman la dicha de tenerte para siempre.
Tu primavera me recuerda los buenos tiempos;
lagos y presas me mojan en silencio.
Belleza natural, robusta e implacable,
no te domas por nadie, eres un salvaje desastre.
Provocas amor y pasión a quien te visita,
recuerdos en la piel quieren que les inflijas.
Tus bosques y llanuras, frondosas y largas,
hermosa naturaleza, abrázame en tus montañas.
Vengo a verte y querer que me quieras,
calor me das y frío me dejas.
Cada que hablamos somos solitarios,
pero nunca nos decimos cuanto nos necesitamos.