«—Mira, Zaide, que te digo que no pases por mi calle, no hables con mis mujeres, ni con mis cautivos trates, no preguntes en qué entiendo
Mil años ha que no canto porque ha mil años que lloro trabajos de mi destierro, que fueran de muerte en otros. Sin cuerdas el instrumento,
El lastimado Belardo con los celos de su ausencia a la hermosísima Filis humildemente se queja. «—¡Ay, dice, señora mía,
Contemplando estaba Filis a la media noche sola una vela [a] cuya lumbre labrando estaba una cofia, porque andaba en torno della
Encaneció las ondas con espuma Argos, primera nave, y sin temella… osó tocar la gavia las estrellas, y hasta el cerco del sol volar sin… Y aunque Anfitrite airada se cons…
Atada al mar Andrómeda lloraba, los nácares abriéndose al rocío, que en sus conchas cuajado en cris… en cándidos aljófares trocaba. Besaba el pie, las peñas ablandaba
Amor con tan honesto pensamiento arde en mi pecho, y con tal dulce… que haciendo grave honor de la con… para cantar me sirve de instrument… No al fuego, al celestial atento,
Pastor que con tus silbos amorosos me despertaste del profundo sueño, Tú que hiciste cayado de ese leño, en que tiendes los brazos poderoso… vuelve los ojos a mi fe piadosos,
De una Virgen hermosa celos tiene el sol, porque vio en sus brazos otro sol mayor. Cuando del Oriente
Llenos de lágrimas tristes tiene Belardo los ojos, porque le muestra Belisa graves los suyos hermosos. Celos mortales han sido
«—Di, Zaida, ¿de qué me avisas? ¿Quieres que muera y que calle? No des crédito a mujeres no fundadas en verdades; que si pregunto en qué entiendes
Esta cabeza, cuando viva, tuvo sobre la arquitectura destos hueso… carne y cabellos, por quien fueron… los ojos que mirándola detuvo. Aquí la rosa de la boca estuvo,
¿Qué tengo yo que mi amistad procu… ¿Qué interés se te sigue, Jesús m… que a mi puerta cubierto de rocío pasas las noches del invierno escu… ¡Oh cuánto fueron mis entrañas dur…
Juanilla, por tus pies andan perdi… más poetas que bancos, aunque hay… que tus paños lavando entre unos c… oscureció su nieve a los tendidos. Virgilio no los tiene tan medidos,
Al pie de un roble escarchado donde Belardo el amante desbarató un tosco nido que habían tejido las aves, de breves pasadas glorias,