A mi primer amor decirle que han habido otros, aunque sospecho que han sido para poder olvidar el nuestro. Porque yo no soy, y supongo que tampoco seré, capaz de hacerlo.
A mi primer amor decirle que es la santa a la que le rezo cuando pierdo la fe en el amor, la alumna aventajada de mis recuerdos, el “te quiero” más nervioso que jamás se pronunció. Decirle que la he sobrevivido contra todo pronostico, que ella se fue pero su recuerdo no se lo llevo, y yo seguiré aquí con ella hasta que no vuelva y cumpla todo lo que prometió. No la busco, porque sé que ella es eso, lo idealizado, el amor romántico, el primer amor.
Ella es la inocencia de dos niños que jugando a quererse no supieron que hacer con tanto amor.
A ella le deseo que sea feliz y que la hagan reír, porque es lo mínimo que ella te puede ofrecer. Le deseo que la vida no la consuma, que por mucho que fracase vuelva a apostar por el amor. Decirle también que siempre me va a tener pero que nunca más voy a volver a estar. Que hizo feliz a un niño y el niño sigue feliz porque nunca creció.
Lo escribo con la tranquilidad de que jamás leerás este poema, porque jamás pensarás que fuiste tú quien lo creó.