Miraré, el espejo solo para verte a ti que reflejas cada una de mis imperfecciones, mi egocentrismo. Sabedora de las debilidades, me presentaste el lacrimoso pesar de tu presencia.
Miraré, la mañana con mis ciegos ojos para verte a ti en la oscuridad de mi sendero, porque no necesito más luces artificiales, ya que la luz es ahora lo único que veo.
Sentiré, el temblor de tu piel excitante; me acosa, me persigue, me vuelve loco lo conocido que desconozco, el misterio que esconde tu locura. Tus pecados, yo los quiero; cargaré con tu pesar aunque tenga que comerme los dedos. El absurdo de la vida me sabe a poco gracias a tu abrazo ensordecedor.
Asesina de mis pensamientos, ladrona de mis pesadillas y agua de mis áridos desiertos llenos de espejismos con tu figura. Entrégame el pecado de tus ríos que llenan mi boca, agua misteriosa acompañada de melodías ahogadas.