Tranquilo, amigo mío
¿Qué soy yo?
Soy yo el que espera,
el caminante dormido,
el acusado de pecados,
engañado servidor.
Ese soy yo, el que espera
la llegada de algo o nada,
el que vive y traiciona,
juzga y odia.
¿Qué soy yo?
No tienes respuesta;
el vacío siempre observa,
la garganta siempre perforada,
la piedad de la inocencia.
Eres tú, mi visión repugnante;
eres tú, mi asco agobiado.
No eres más que la canción
recitada por la cultura.
¿Quién soy yo?
Para decirte nada,
para mirarte a la cara
y gritarte a carcajadas.
Maldita existencia desesperada,
maldita infancia desmarcada
de la virginidad invisible.
¿Quién soy yo?
El parásito dócil a la caricia,
el joven amado por la familia,
o el apocalipsis religioso
de la Biblia.
Ahora dime, amigo mío,
¿eres tú mi perdición
o eres tú mi salvación?