Gabriel Muñoz

Llega el amor tocando mi puerta

Llega el amor tocando mi puerta
como un pajarito que quiere entrar a una jaula,
llega el amor y se asoma por la ventana
para ver quién está en casa
tira un par de piedritas
y yo me hago en los sofás desinteresado,
llega el amor en una ventisca silenciosa
llega en forma de pasado
llega en forma decolonial
llega en forma de ternura
y a mí me da miedo dejarlo entrar.
Llego a mi casa
y hay ruido de nadie
porque hace mucho
nadie es dueña de esta alfombra
a veces la comparte con el olvido
y la tristeza otras tantas la roba,
en esa espera
que es no pensar en nada
y en nadie,
suena el timbre de la puerta
yo apago las luces de mi conciencia
y por las ventanas opacas
aparece el resplandor
de una esperanza puta
que no quiero volver a ver.
—¿Quién es?
pregunto– ¿Es el amor?
 
—Con un millón de preguntas,
y pocos traumas formando un nido
responde el desgraciado
—Quiero contarle que su espera
su llamado
y su indiferencia,
no son eternas
y por lo tanto estoy aquí de nuevo tocando su puerta
 
—Ya le dije que no quiero que vuelva,
no le voy a dar gusto a este niño
malcriado
de tener un dulce en la boca
y después el corazón derramado en una mano
 
—Entienda, que por más que se niegue
a ser amado
la vida es un ciclo
y más tarde que temprano
llegan par de ojos felinos
a querer iluminarlo todo.
 
Llega el amor
y creo que voy a dejarlo entrar,
que se tome un café bien amargo
para que entienda su soledad
y lo inevitable de cultivar en tierra del pasado
—venga, pase
que le voy a decir la verdad,
mostrarle mi corazón vencido
a lastres del olvido
y hacerle ver el suyo derretido.

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