Gabriel Muñoz

Confesorio III

(Encontrar la luz del pozo)

¿En qué se parece
un religioso y un drogadicto?
que ambos se hacen ignorantes
ante el caos y la inmensidad de un mundo,
el monoteísta al externo
y el desechable al suyo interno.
 
Otro confesorio
otra queja mía
el martirio de ilusorio
yo abusando de la poesía
 
no he tenido lluvias felices
no he tenido soles tristes
más bien mi vida es algo
fuera de etiquetas inventadas,
de conceptos mal soñados
 
una partícula de caos
una gota de silencio
que viaja como las estrellas
que se estrella como los asteroides
 
la invariabilidad de una sonata
la precisión del muralismo
el efecto espejo del cine
la novela y su contorsionismo.
 
Un confesorio sirve de pastilla
para esos días,
que algo se hace presente
le habla de sus cosas
de amores inventados
le soba un par de costras
de a sueños se va curando
 
un confesorio
son verdades mal dichas
palabras enredadas
vergüenzas escritas.
 
Soy tan maleducado
que burlo la rítmica
y escondo la rima
 
que amo de lejos
y de cerca me hastía
 
que asco me da la idolatría
y me hice una máscara doble moralista
 
que cansado de escribir finales
busque usted con qué lo termina...

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