Sin Tiempo para Reflexionar
De la niñez a la madurez, un salto sin aviso, sin tiempo para pensar, en un mundo indeciso. Los juegos y risas, se desvanecen en el aire, y la vida adulta, llega sin un compás que pare.
Sin tiempo para reflexionar, ni para entender, los sueños de niño, se pierden al amanecer. La madurez se impone, con su peso y su razón, dejando atrás la inocencia, en un rincón.
Pero en cada paso, aunque rápido sea, se forja el carácter, en la marea. Y aunque el tiempo no espere, ni dé tregua al corazón, la vida sigue su curso, en constante evolución.
