#EscritoresCubanos #Ismaelillo
En un dulce estupor soñando estaba Con las bellezas de la tierra mía: Fuera, el invierno lívido gemía, Y en mi cuarto sin luz el sol bril… La sombra sobre mí centelleaba
Aquí estoy, solo estoy, despedazad… Ruge el cielo; las nubes se aglome… Y aprietan, y ennegrecen, y desgaj… Los vapores del mar la roca ciñen. Sacra angustia y horror mis ojos c…
Yo pienso, cuando me alegro Como un escolar sencillo, En el canario amarillo,— ¡Que tiene el ojo tan negro! Yo quiero, cuando me muera
Era el 5 de abril de 1870. Meses hacía que había yo cumplido diez y siete años. Mi patria me había arrancado de los brazos de mi madre, y señalado un lugar en su banquete. Yo besé sus...
Yo sueño con los ojos abiertos, y de día y noche siempre sueño. Y sobre las espumas del ancho mar revuelto,
Sé de brazos robustos, Blandos, fragantes; Y sé que cuando envuelven El cuello frágil, Mi cuerpo, como rosa
Por tus ojos encendidos Y lo mal puesto de un broche, Pensé que estuviste anoche Jugando a juegos prohibidos. Te odié por vil y alevosa:
Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en tí. Si alguien te dice que estas páginas se parecen a otras páginas, diles que te amo demasiado ...
Quiero, a la sombra de un ala, Contar este cuento en flor: La niña de Guatemala, La que se murió de amor. Eran de lirios los ramos,
Yo sé de Egipto y Nigricia, Y de Persia y Xenophonte; Y prefiero la caricia Del aire fresco del monte. Yo sé de las historias viejas
Este es el número de La Edad de Oro, donde se ve lo viejo y lo nuevo del mundo, y se aprende cómo las cosas de guerra y de muerte no son tan bellas como las de trabajar: ¡a saber si el ...
El infeliz que la manera ignore De alzarse bien y caminar con brío… De una virgen celeste se enamore Y arda en su pecho el esplendor de… Beso, trabajo, entre sus brazos su…
¡Penas! ¿Quién osa decir Que tengo yo penas? Luego, Después del rayo, y del fuego, Tendré tiempo de sufrir. Yo sé de un pesar profundo
En el extraño bazar Del amor, junto al mar, La perla triste y sin par Le tocó por suerte a Agar. Agar, de tanto tenerla
Yo que vivo, aunque me he muerto, Soy un gran descubridor, Porque anoche he descubierto La medicina de amor. Cuando al paso de la cruz