#1963 #EscritoresUruguayos #NociónDePatria
Mirate así qué cangrejo monstruoso atenazó tu… qué paliza paterna te generó cobar… qué tristes sumisiones te hicieron…
El sol pesa menos que una sombra en pena La luna se esconde la tarde se enmienda el sol pesa menos
Desde que, en mi lejana adolescencia, me enfrenté a El amor, las mujeres y la muerte, por entonces el libro más popular del filósofo alemán Arthur Schopenhauer (1788-1860), entré en con...
Hoy un domingo como cualquier otro uno de esos que Dios ha reservado
La muerte es sólo un niño de cara triste un niño sin motivo sin miedo
Mujer estatua / tu historia azul verde malva roja quedó blanca de congoja extenuada y sin memoria mujer estatua / por suerte
A partir de 1980, yo había estado varias veces en Copenhague y siempre había cumplido con el rito de rendir homenaje a la legendaria sirenita de Eriksen. Debo reconocer, sin embargo, qu...
A medida que la distancia entre el presente y el final se ac… y el futuro se aclara y se enaniza y se está un poco harto de husmear en los residuos del pas…
Al principio ella fue una serena c… un rostro que no fingía ni siquier… unas manos que de a poco inventaba… una piel memorable y convicta una mirada limpia sin traiciones
Es una lástima que no estés conmig… cuando miro el reloj y son las cua… y acabo la planilla y pienso diez… y estiro las piernas como todas la… y hago así con los hombros para af…
Jefe usté está aburrido aburrido de veras hace veintiocho años que sabe sus asientos,
Es difícil decir lo que quiero dec… es penoso negar lo que quiero nega… mejor no lo digo mejor no lo niego.
Nunca se consideró un exiliado político. Había abandonado su tierra por un extraño impulso que se fraguó en tres etapas. La primera, cuando lo abordaron sucesivamente cuatro mendigos en...
Los sueños son pequeñas muertes tramoyas anticipos simulacros de m… el despertar en cambio nos parece una resurrección y por las dudas olvidamos cuanto antes lo soñado
Luego del próximo recodo tal vez convenga irlo pensando sé de un viejo compatriota terrateniente él que en su colchón de muerte