¿Sabemos hacia dónde vamos?
El viento sopla fuerte, sin piedad,
y en un suspiro cae todo lo que creímos sólido.
Las decisiones apresuradas suenan como los pasos sobre un puente roto,
y en unos minutos se disuelven las certezas.
Nos miramos al espejo,
y ya no reconocemos el reflejo.
La vida, que antes era un camino recto, ahora parece un laberinto de dudas y silencios.
Ese futuro,
tan brillante en tus ojos de niño,
se ha vuelto una nube negra que cubre el cielo cada día.
¿Será este el camino correcto?
¿O estamos caminando en círculos, tratando de encontrar el norte entre las ruinas de la perdición?
La soledad pesa,
pero a veces se siente como una vieja amiga que te acompaña sin permiso,
que grita en el vacío de la mente, recordándote que el control es solo una ilusión,
una mala trama tejida con hilos finos que en cualquier momento se pueden romper.
Nos dijimos que seríamos fuertes,
que no habría vuelta atrás,
pero los años traen consigo la fragilidad,
el miedo a lo incierto,
y la necesidad de saber que todo,
al final, tiene un propósito.
El futuro se aleja cada vez más,
como una estrella que brilla lejos,
y uno se pregunta,
¿realmente sabemos hacia dónde vamos, o estamos simplemente aprendiendo a navegar entre la tormenta?
