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Imágenes de frivolidad

Para A.P.

Dolores particulares brotan de mi garganta en su presencia.
Un constante reflejo, náusea caliente y desagradable,
silueta de humo y de carne.
Una daga clavada en el fondo del estómago, una prenda enmendada sin ganas,
un dolor carnal y punzante
cual humo avainillado mutilado por sus labios.
 
Cada párpado suyo me deshoja, me desnuda tras el biombo opaco de la mirada
me censura y me emancipa de los límites oscuros de ideas y palabras
y entonces me vuelve lágrima,
sudor de sangre en el rubescente cauce del tiempo.
 
La boca desgastada, enrojecida por el frío,
las mordidas nerviosas y tanto cigarrillo.
 
Y yo me aferro como usted a la calma circundante que hace florecer el sangrado poético interno.
Y yo me aferro como usted, a la mente que de noche vomita su tinta oscura, inmensa y minuciosa
despedazando noctámbulas vigilias de silencio.
Aunque siento que no hay puerto donde pueda usted anclarse, como
una incapacidad generalizada de asumir cánones que le son impuestos
que la vuelve humana sólo ante el cálido roce del cuerpo ajeno.
 
Descifro que usted le teme a todo espacio hermético
más que su alcoba, su lienzo y sus rumiaciones mudas
más que la soledad del vacío que entre sueños la aloja:
una nítida reminiscencia de esta lila que deshoja.
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