Movía su rueca mágica mientras cantaba himnos angelicales.
Alégrate por el bienestar de otros. La envidia, envenena el alma.
Flor pequeña que lentamente en mis manos moría. Yo le quiero, le decía. Ella me preguntó ¿me quieres?
Luna, que desde el cenit, vigilas los campos.
Hasta para coger los frutos debes estirar los brazos.
La piedra lanzada en el lago viajaba como un astro dejando su estela de circunferencias locas.
Del suelo mana agua láctea mana purpúreo vino mana néctar de rubias abejas que sube como oloroso incienso
Mide tus aciertos por el grado de esfuerzo que llevó conseguirlos.
La calma se posa en las piedras serenas. ellas no tienen esperanzas ni angustioso devenir.
Agradece por todo lo que recibes.
El tiempo tiene su labor en el telar convulsionado del tiempo.
En los grandes aprietos es bálsamo para el alma hallar un buen corazón.
La lluvia y el campo son compañeros. El viento mediador, cura el sufrir de la lluvia y cesa la sed
Ya danzará la tierra toda y las mujeres dejarán de tejer sus telares y los hombres navegar los fatigantes mares.
¿Conoces el campo donde nace el oscuro vino de oro negro?- En el verde follaje las uvas albinas y negras arden el mosto.