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Derrumbe

Hueco de vida: es el modo de nombrar al espacio que puede quedar formado luego de un derrumbe y donde se supone que aún podría haber vida- Aida Perugino.

Experimento mi adicción al morir y volver a nacer, ese eje vida y muerte que me mantiene revolcada entre tintes negras, llenas de melancolía, expectantes de poesía. Debo confesar entre dientes, casi arrancándolo de mi cuerpo, que buscaba convencerme de abrazar mi placer culposo. Corrompida por el gusto de lo extremo, casi como observar el fuego y mis mil intentos de atraparlo, como el brillo de la aguja llamando a ser atravesada.
Librarme de quién fui, quién soy y quién quiero ser, en una maraña de incomprensiones completamente alejadas de mi capacidad de ver. ¿Por qué no podemos parar? ¿Por qué actuamos sabiendo lo roto que está? Me atreví a confesar mi pecado, no tuve castigo, no tuve sugerencias, preguntas ni reclamos. El silencio me llevó a la claridad y me quiero escapar, mis lugares son oscuros, negros, carentes de aire y encadenados para que no sean vistos por alguien más.
Transitando esta luz que aún escapa de mi habilidad, le resigno a la vida esta actividad. Escapa de mí, huyamos del amargo recuerdo de la maldad, ya no existimos en el paraíso de la palabra, ya no existe nuestra transparencia. Somos por separados y estamos alejados de nuestro trato inhumano, creo que somos más libres a distancia y lo celebro.
El tiempo y el espacio hacen a mis palabras y la vida me desarma, me atraviesa, me deja perpleja. Descubro un universo teñido por un inconsciente colectivo que me pasea a través del tiempo con las ventanas bajas. Necesito librar el control y eso significa abandonarnos en este encuentro. No lo lamento, no me arrepiento, consagro el derrochamiento de palabras honestas por personas que genuinamente se quisieron, que optaron diferente al resto.
Deseo que se construyan castillos repletos de libros encantados, apartados en los extremos, con un puente colgado por el centro en señal de quizás un reencuentro, un reencuentro enfrentados, capaces de sostener distintas manos, acompañados por los recuerdos bien guardados de almas justas con los sentimientos. Cielos despejados, universos personalizados, claridad y transparencia hacia quienes amamos.
Estas son las cenizas de mi despedida, me parecía cruel renacer sin informarte la noticia. Mi voz se sació de este espacio, ya no quiero habitar este caos. Mis palabras y mi transparencia se plasmarán en hojas de árbol eternas y me encontrarás bailando entre páginas dibujadas que siempre puedas alcanzar.
Declaro que estoy en la claridad, donde los mensajes no se tienen que interpretar, mi mano siempre brindará por la búsqueda del verdadero deseo y la felicidad.
La demonización de mis emociones la rechazo, la alejo y evito, como posiblemente mi mayor riesgo, cualquier forma de ocultamiento.




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