Canción nocturna, viajas
en la oscuridad de lo inerte
tras lo vivo.
Planeta de incógnitas,
trasciendes el espacio
de una madre desconocida.
Hijos irreconocibles
entre sí por recónditos
se buscan de espejos
en el universo.
¿Son los recuerdos hoy
el jugo que la estrella
nos comparte?
Almas de la música
exploran en los tiempos
la misma esencia.
¿Despertará algún día
en algún remoto planeta
un Beethoven apasionado
ya curado de sordera?
¿Qué movimiento,
qué sinfonía,
qué alegría, con qué grandeza?
¿Qué nuevo nombre
me espera?
¿Son las tinieblas del cosmos
código luz de otra esfera?
¿Hasta dónde llegarán
los sonidos naturales de la tierra?
¿Quedarán libres los pájaros
en la inexplorada ausencia,
¿Qué nuevo canto
me espera?
En el vacío, tan sólo silencio,
en el silencio, tan sólo unos versos,
en los versos, mi amor extraño.
El universo es un poeta silencioso,
de vez en cuando declama
en la boca de la estrella,
burbujas de labios explotan
y crean árboles y animales
que vencen sus miedos
y trascienden sus cuerpos.
Un poema universal en el espacio
engendra poetas ecos de su voz.
Pájaros, cantautores de lo natural,
¿hasta dónde llega vuestro milagro?
Perdida de memorias y fronteras
enciendo una pequeña llama
en el punto pálido azul.
Perdida de entendimiento
desaprendo infinito
y desciendo interrogante
por el tobogán oscuro.
Mujer entre agujeros negros,
cruzo el puente de gusano,
no existe el otro. El viaje termina.
Vuelvo a empezar. Poesía,
¿qué nuevos versos me piensan?
* Canción nocturna del pueblo Navajo
En homenaje a Carl Sagan
y “sus” discos de oro (Voyager)
© Maria Luisa Arenzana Magaña