Poema de adolescencia
—Madre, no quisiera que me hundan en la tierra cuando… ni que tapien mi cuerpo en oscuros… ni que esparzan al viento mis ceni… ni me arrojen al mar por la cubier…
Por lo chato del mundo, por lo vulgar, hablan solos los sabios, dedo pulgar. El discurso del necio
Parques. Aceras. Cines. Humo. Etc... Y la avenida, rabiosamente iluminada, hendida por automóviles inexorables, descendiendo como un gran río negro, arrastraba en sus aguas la vanidad y...
Era, entre la noche vistosa, una celebración de nuevo culto. Entre luces y sombras, entre el re… y la abierta marejada del inconsciente,
¿Cómo nombrarte sin que el alba se… sin que el silencio, al nombrarte,… Eres oro que arde en lo invisible, raíz donde el trueno localiza su f… y pulso en la piedra, y la huella…
Construye tú la Torre de Babel con esperanza y aliento, con amor. Sea tu frente mortecina asiento de… sea tu carita redonda la otra luna que ilumine este andar de confusio…
Me salvé por tus pechos del destie… y para la multitud fui recobrado. ¿Quién me arrojaba témpanos de hie… Si algo queda, queda lo ignorado.
Dios es Dios. Él desborda las doc… y los dogmas de fe, y toda idea referida a su Él nada lo engloba, lo comprende o designa: es solo id… Dios es más. Él es Él, transparent…
Oscuro y reluciente, elige la noche su color elucubrant… Busca así las estrellas que pacen… Se anuda a las constelaciones: halos, aros resueltos en la luz,
«Yo tengo un sombrerito de Jipijapa...» (Folclore infantil iberoamericano) Cuando sea hora de irnos a casa
La poesía de Leopoldo Minaya es la expresión de un espíritu que se mueve en los senderos de una corriente lírica de gran frescura y lozanía. Sus versos son la sinfonía de una orqu...
Cuando tú llegas rompen las puertas sus prohibicion… los espacios se ofrecen para que l… y la casa —silencio
El conjunto de poemas que José Alejandro Peña presenta en este libro Suicidio en el país de las magnolias es una continuación en el tiempo de un oficio que desde el primer mom...
Se diluye mi nombre en tu nimbada… yo, temblor en tu cuerpo de luz, brizna absorta en el incendio erra… llama en tu brasa de pura emanació… Y danzo,
—¿Y si despierto? ¿Y si me inundo de grácil brillantez —de ruidosa mudez— en la redonda noche?