Laura Camila

La Reina Estrangulada

El hastío, el vicio, el absurdo. Dar vueltas, encabritarte, volver. Tener que dar guerra siempre, aún sin fuerza y sin intención de ganar. Ser fuerte, pero querer ser efímera, tanto como se quiere ser un espejismo, o un fantasma; no dejar huella. Ser sublime, ser sutil, ser obscena, ser distante, ser alegre, ser melancólica. Ser todo, simplemente. Ser el hombre rubio que se lanza del balcón de un sexto piso, lleno de soledad, con un vacío gigante, que no se llena nunca porque es vacío, pero sin saber que puede entretener sus bordes. Al mismo tiempo, ser quien lo ve caer, quien lo sufre, y en unos cuantos segundos... pasar de ser mujer, a ser un grito de terror, de rabia, de pena, de mucha pena. Ser la mujer que perdió a toda su familia entre secretos, engaños e injusticias. La misma mujer que encontró un amor profundo, uno real, uno honesto, solo que en una dimensión desconocida, que siempre parecía ir a destiempo, y pese a esto, espera pacientemente, totalmente esperanzada, que esta dimensión coincida algún día con la suya; ser aquella que espera con ansias que algún día vuelva a ser 18 de septiembre, y sin embargo, ser al unísono, el hombre que no espera que el tiempo vuelva, porque la dimensión desconocida no lo alienta, si no que logro enloquecerlo por completo, ser ese hombre que no sabe que ella lo espera. Ser el otro extremo, el hombre que piensa que las vidas que son dos líneas paralelas extendiéndose al infinito, pueden juntarse, y a la vez ser la voz de la conciencia, y la objetividad que tantas veces dice “No”. Ser la esquizofrénica, que se alimenta de las voces alegres en su cabeza, voces dulces que cantan melodías para niños; y al mismo tiempo ser las voces, las voces malintencionadas, hipócritas, que solo quieren poner el telón y reírse de la obra. Ser la que alucina, pero ser también el monstruo de ojos amarillos que no le permite dormir. Ser la Reina, tan llena de poder, pero al mismo tiempo estar estrangulada y completamente sometida. Llegar al punto de compasión más alto, dónde la inspiración es ajena, y adquieres de manera mágica el entendimiento de cada poeta muerto, o de cada canción que te despierta todos los sentidos. Ser poesía, que así se puede ser cualquier cosa.

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