Tengo el cráneo partido en dos,
hace más de vida y media
intento huir de aquí.
Pareciera que habito el cielo
pero en vez de viento
una hebra de sangre delinea
mi angustioso rostro.
No tengo mirada a causa
del cansancio de mi alma.
Es que no se cómo ser hombre
ni cómo ser pájaro.
Me volví jaula de largas manos
y sueños cortos.
Me volví presidiario de la realidad.
Siento náuseas en esta claraboya,
adolecen mi cabeza, mis ojos,
mis plumas y mi albedrío.
La torpeza socava el momento,
me he capturado a mi mismo.
Pienso para luego volver a pensar,
decido, hoy decido. La huída.