#Españoles #Epigramas (Ms 6131 BNE)
A la abeja semejante, para que cause placer, el epigrama ha de ser: pequeño, dulce y punzante.
Mandan las cosas humanas, a su arbitrio, el oro y hierro: y entre sí estos dos metales se dividen el imperio.
Aquel filósofo ríe, este llora: aquel contempla lo cómico de la vida, este lo trágico de ella.
Rica y muda es la doncella: mil andan alrededor: dos dotes a cual mejor lleva quien case con ella.
Feliz hallazgo y virtud del arte medicinal, ¡hacer que de injerto mal brote la misma salud!
La luz hermosa del fuego a la mariposa engaña: el sol mismo la fomenta, la imagen del sol la mata.
La beldad más superior si de discreción carece, ¿no sabes lo que parece? flor vistosa sin dolor.
Cuando a alguno se pretende casar contra su deseo, el hacha apaga Himeneo, y Tesífone la enciende.
Al igualar ya con tu cielo tu suelo, Madrid, te atreves: el cielo a Júpiter debes; a Carlos debes el suelo.
A cuantos encuentras, das besos, en prueba de amor: si me amas, hazme favor de no besarme jamás.
Todo lo vence el amor, todo lo consume el tiempo: ¿cuál de los dos puede más, aquel niño, o este viejo?
Su dolor no llame agudo quien llora con frenesí. El gran sentimiento es mudo. ¡Triste de aquél que no pudo decir siquiera: ay de mí!
Quien se acicala y repule, quien presume en el vestir, o quiere que gusten de él, o gusta mucho de sí.
Más contribuyen al Rey con la nariz los gallegos, que los demás españoles juntos con todo su cuerpo.
Dos son las enfermedades que el hombre padece al año: una que llaman invierno, otra que llaman verano.