Juan Carlos Soria

VIDA

En el vasto lienzo de la existencia, el tiempo se despliega como un río inmutable, llevando consigo los momentos, los sueños y las risas que tejemos en su corriente efímera. El presente, ese instante tan frágil como una burbuja suspendida en el aire, es nuestro único refugio en esta danza constante. Es un regalo que se nos ofrece sin reserva, pero también una fugacidad que exige ser apreciada.

La vida, un caleidoscopio de experiencias, es como una melodía que se desvanece en el viento, y cada nota que interpretamos se funde con las siguientes, creando una sinfonía irrepetible. Nos hallamos en medio de esta partitura, atrapados entre el eco de ayer y la promesa de mañana, pero es en el presente donde encontramos la plenitud.

El tiempo, a veces tirano, a veces cómplice, nos enseña la fragilidad de la existencia. Los momentos que se desvanecen tras de nosotros nos recuerdan que nada perdura, excepto la impronta que dejamos en los corazones y en el mundo que nos rodea. La realidad de lo efímero nos insta a abrazar cada amanecer con gratitud y a despedir cada atardecer con aceptación.

A menudo, en nuestra búsqueda de horizontes distantes, olvidamos el tesoro que es el ahora. Sumidos en preocupaciones y anhelos por lo que está por venir, pasamos por alto la riqueza que se encuentra en este mismo instante. Sin embargo, es en el presente donde hallamos la única oportunidad de sentir, amar, reír y crear.

Es esencial recordar que la vida es un tapiz de momentos, y nuestra responsabilidad es tejerlos con hilos de pasión y propósito. Las risas compartidas, los abrazos cálidos, las lágrimas de emoción; todo esto compone la esencia de nuestro paso por esta tierra. En lugar de lamentarnos por lo que fue o anhelar lo que será, debemos aprender a vivir en armonía con el ahora.

La vida es como una hoja que flota en la brisa, danzando en el aire antes de encontrar su destino final en el suelo. Pero no es la caída lo que define su valor, sino la elegancia y gracia con las que se entregó al viento. Así también, debemos abrazar cada momento con alegría y autenticidad, sin preocuparnos por su inevitable conclusión.

En última instancia, la vida es una colección de presentes que se nos ofrecen uno tras otro. La clave para vivir plenamente radica en sumergirnos en cada instante, en saborear cada experiencia y en cultivar conexiones significativas con quienes comparten este viaje con nosotros. El tiempo es efímero, pero nuestra capacidad de vivir con intensidad y gratitud es eterna.

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