José Romero

Al hermano que se ha ido

No fue repentina tu partida,
siempre hablamos de ese ineludible viaje
y reímos al describir los escenarios del cierre
del último hálito de vida,
a veces, entre pachangas interminables de los amigos,
o entre las palabras de los más versados en asuntos solemnes;
pero más bien contengo el aliento, en la búsqueda del eclecticismo necesario
que consuele el llanto de quienes creen que la muerte es un castigo, y la ecuanimidad de los que piensan que es el summum de la vida misma.
 
Vuelvo nuevamente a bajar el telón con tú partida
y es que con el pasar de los años
es una repetida acción, a sabiendas que en algún momento
será mi cuerpo inerme el que ocupe el escenario,
pero también será el momento inevitable
de ser el próximo viajero,
cargado de fervientes despedidas,
las despedidas de ésta materialidad superflua,
dando paso a la espiritualidad infinita,
la que hoy te acompaña,
y guarda un rincón en el cielo,
junto a los honrados y buenos hombres
de tu estirpe.

San Marcos, Carazo, Nicaragua. Octubre 16, 2022.

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