En ocasiones buscamos el “amor” de otra persona, con la esperanza de llenar el vacío con el que cargamos, esperamos que la persona amada traiga de la mano la felicidad anhelada, que nos regale un sentido para vivir. Comenzamos a depender de esa persona, la usamos como motivación para cada día, atamos fuertemente a esa persona para que la sensación de alegría no desaparezca, la privamos de su libertad. Los pensamientos se vuelven borrosos, te invaden sentimientos de miedo, la inseguridad se vuelve cotidiana, no puedes recordar la esencia del amor que si existió ahora la confundes fácilmente, no puedes recordar tus metas, tus sueños. Comenzamos a creernos dueños de esa persona nos dejamos llevar por los miedos que hemos cosechado, que nos arrastran hasta convertirnos en una especie de monstruos egoístas. El sentido que en un comienzo creímos haber encontrado se desvanece ante nosotros, ahora solo sientes el golpe de todas las fantasías que habías elaborado .