Jocelyn García

Se hizo tarde.

Sabía que algo no andaba bien.
El foco de mi cámara ya no capturaba la chispa, ninguna esencia.
Dormíamos juntos casi todos los días y yo lo extrañaba más y más.
Los te amos empezaban a sonar como simples cortesías.
Las citas se transformaron en reuniones con amigos.
El sexo desenfrenado opaco la ternura del amor.

Sabía que yo ya no era la mujer de sus ojos.
Cuando empezaron las mentiras.
Cuando las disculpas se evadían.
Cuando cualquier plan era suplantado por algo más importante.

Desde hace tiempo la intuición me lo decía.
Tal vez siempre fui yo, queriendo negar la realidad.
Tal vez fui yo, queriendo creer palabras necias.

Claro que me quería, de repente tenía ideas como escapar a Cartagena para hacerme el amor o rentar un pisito para vivir solo el y yo.

Pero me imagino que un día despiertas; y en algún sueño queda perdido eso que alguna vez te impulso a intentarlo.

Pues deje de creer en sus palabras y el dejo de intentar convencerme.
Las pruebas eran evidentes, el prefirió calmar las aguas con silencio y yo pedía respuestas a gritos.

Desde hace meses empece a escuchar “hay que esperar.”

Yo no entendía, pues un año atrás me confesaba que la vida es tan corta para esperar y ahora era como estar a unos metros de la meta de la carrera más dolorosa de nuestra vida para  de golpe escuchar la petición de que había que esperar.
Me dijo: –Espera– tantas veces
Y sin voltear atrás el seguía; sin mi, una y otra vez.
yo me quedaba en mi lugar, viendo la gente pasar, no era el cansancio, no era ninguna lesión, solo tuve que detenerme.
Sabía que a su regreso debía encontrarme intacta y en mi lugar, como un niño que con afición acomoda sus muñecos en cierto lugar y pega a gritos si este orden se desajusta.
No decía cuando  volvería y tampoco los motivos reales, solo decía –Espera .
Solo pedía que confiara
El reclamaba lo fácil que era pues el era el que caminaba, iba y venía yo solo debía estar ahí esperando.
—Ay Jocelyn no era para tanto, si es problemático para ti espera.
En esos largos tiempos en mi cabeza taladraban  dudas.
Mis almohadas se inundaban con el agua salada de lagrimas
Era triste ver como la luz de un amor se iba apagando como la leve llama de una vela a punto de consumirse.
Había días que  esperaba para recibir un dosis que; si no me mantenía viva, me mantenía con el mínimo de fuerzas que se requieren para no morir.

No sabía cuantos minutos, horas, días, meses, debía esperar.
Fue justo ese viernes.
Consumida por el desvelo, la tristeza y la resaca cuando manejaba para mi casa decidida a arreglar, preguntándome ahora que había hecho mal y cuantos días de castigo me tocarían para recuperar su palabra.
 Cuando el sueño me vencio en media carretera y mi cochesito se desvión en la vida al punto de pegar de frente con decenas de arboles, el iba camino a sus reuniones,
En su enojo me trataba como una extraña, o una enemiga, me di cuenta de que asi como ese viernes que sola me salve, muchas veces sola me calmaba, sola me daba animos para continuar y sola me daba paciencia para esperar.
Me di cuenta que gran parte de su amor existia por el amor que le tenía yo.
Y que sin mi no existiria parte de el.
En fin ese viernes por poco muero, igual el hubiera tenido que quedarse sin mi.
Ya solo quedaba esperar un ultimo espera para tomar mis cosas y marcharme de una vez.

Mi vida dependía de mi.

El quería que esperara y pensaba que en la espera, el tiempo se congela, que yo me apago o desaparezco, que tenia el poder de ponerme en pausa y reanudar todo a la normalidad con su regreso.

El día que casi perdí la vida y escuche un espera.
Fue el primer día que vi mi reloj y me di cuenta de lo tarde que se le había hecho.

Quedarme un poco más hubiera provocado mi muerte.
Pues el tiempo no nos espero, y todo se quebro antes de empezar.

La vida no espera.

Other works by Jocelyn García...



Top