Creer en la serpiente
te ha llevado a no entender la métrica de la noche
los vestidos de las tardes me anuncian
pero, no dejan de nombrarte
en la orfandad,
la zanja y la tentadora dicción
que entretejen las ratas en sus lomos
húmedos
mi página es la luna desprendida de las voces
de los poetas sobrios,
las manos de los hombres que han cicatrizado
forman el espanto y la mueca
de esta rápida y sórdida ficción
la huella,
la sangre en forma
de gota suculenta
sobre el nido abandonado
donde fue creciendo el musgo y la pena
ha transformado mi escarnio en lluvia.