Ensayé de mala manera, Los últimos versos, De mis centellas, Noches en vela. Leyendo haciendo novela,
Entre la prosa y tú, Está la poesía, Que sale de día, Y se pierde de noche. Cantan los reproches,
Hay demasiado dolor, En el fuego cruzado, De invidente invasor. Cultivan a la coalición, Que embriaga al deudor,
¿Sabes de aquella casa? La que tiene un candelabro, Que de la ventana muestra, Longevidad y retrato. Ahí donde vivía un licenciado,
Gritos de pasión y suerte, Estímulos valientes, Dulce sensación, El viento sobre las redes. Muestra sus dientes
Hay besos que conquistan montañas. Hay besos para las tres de la maña… Para despertar entre las pestañas, De una noche de placer postergada. Hay besos románticos de bienvenida…
¿Quién te cubre de hielo? En fino desafiar, Negándote el cielo, Donde te fuiste a imaginar. ¿Quién no te escribe?
“¿A que sabe?” A que sabe el dolor, De una nota de despedida, Decorada con alcohol, Un tahúr homicida.
Soñé que estabas, Presente, impaciente, Rebelde. Sin memoria, Elocuente,
Se mueven las casas del centro, Caen al acantilado los restos, De un club social del tiempo, Fuentes de vacíos del reino. Uno baila, grita, produce,
Sostienes la mano, Apartas el tacto, Te satisfago. Como tú a mí, Inmóvil,
Presiento que moriré mañana, Que mi cuerpo agonizara, Mientras la rapiña reclama. Que sonará con gracia, El preludio de la traviata,
Cuando uno cae, A la tempestad. Te absorbes en tu sangre, Ruborizas el enjambre, Te esparces.
Culmina la historia vivaz, La furia de un alcatraz, Un pensamiento eficaz, Contra la voluntad. En que brillan los preceptos,
Si me buscas, No me encuentras, Si me llamas, No te ofrezcas. Es tan pesado el destino,