Comfortably Numb
Se observa en el espejo.
Enciende la máquina, perfila la barba,
peina el bigote con paciencia quirúrgica.
Abre una bolsa de hielo,
deja caer los cubos en un cuenco con agua fría,
directa del grifo;
descarta el plástico sin pensarlo.
Sumerge el rostro, retiene el aliento.
Repite.
La toalla aguarda doblada sobre el círculo metálico
frente al bloque de mármol
que la sirvienta lustrará más tarde.
Cruza la habitación.
Toma el reloj de pulso firme,
los anteojos de sol frágiles en sus manos seguras.
Ata los cordones blancos de sus zapatillas impolutas,
el dorado de la suela brilla bajo la luz calculada.
En la sala, el aire acondicionado alivia su rostro ya aliviado.
Pulsa el botón: la cortina cede,
el sol entra a ordenar la geometría del lugar con suprema indiferencia.
Se hunde en el sillón ortopédico,
la notebook abierta sobre la mesa caoba,
el teclado minúsculo,
el mouse apenas un fragmento de plástico en su mano.
El café espresso humea.
El celular aguarda justo a la izquierda.
La puerta, aún cerrada,
en una hora lo verá partir,
bajará en el ascensor hasta el garaje,
sin detenerse a pensar en cambiar nada.
