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Ya no sé qué pensar

Desde la solidaridad

Ser muy muy inteligente es un hándicap. Pensadlo bien, ahora, aceptadlo, es un hándicap. Ser medianamente inteligente puede ser útil. Pero ¿Muy inteligente? Eso es una desventaja. Buscad en vuestra mente la persona más capaz de resolver situaciones complejas que hayáis conocido. Y luego de encontrarla, decidme, ¿Acaso se comportaba medianamente normal? ¡A que no! ¡A que era raro de cojones!

Hace ya muchos años me colé un poco por el chico de clases que no hacía más que sacar sobresalientes. Siempre tan preparado para dar la respuesta correcta, para resolver todas las improvisaciones. Y me puse como meta hacerme su confidente, o al menos, un poco amiga. Nadie le duraba cerca más de dos semanas. Taciturno y lejano, seguía tratando de pasar desapercibido cuando no hacía más que darnos curiosidad. Era verle caminar entre nosotros y abrirse un período de silencio que solo se cerraba cuando se marchaba de la habitación. Pero yo me acerqué, fui pertinaz. Persistía tratando de hablarle, el parecía entre halagado e inquisitivo, hasta que dí con la clave, unas botellas de vino que parecían ser interesantes para él.

Las abrimos y comenzó a hablar, primero mirando al horizonte, luego a mis uñas de la mano izquierda (con un tono coral de última moda) luego a las de los pies (a juego con el color verde de las sandalias) y finalmente a mis ojos. Incluso me dijo que eran los ojos pardos más hermosos que había visto nunca.

Recuerdo como comenzó la parte que más me impactó de esas 5 horas que pasamos juntos. Voy a tratar de relatarlo como si fuera él, voy a fingir su voz.

-“A ti no te he pillado aún alguna mentira. Puede que seas una gran actriz, puede que estés libre de intrigas. Ya lo sabré. Como a mis 5 años me dí cuenta de que mi madre mentía. Lo hacía continuamente. Yo estaba con ella todo el día, me sabía su vida y me helaba la sangre ver como continuamente lo cambiaba todo cuando narraba sus peripecias a los demás. Así que decidí tratar de entender por qué los demás mentían. Me entrené en comunicación no verbal, utilicé mi memoria para poder aquilatar todos los detalles. Y entonces descubrí la intriga global que se desarrolla a mi alrededor. Me dí cuenta de que hay una componenda entre bastantes personas para obtener algo de mí. Aún no sé el que. Dicen algo, esperan mi respuesta, y luego hacen coincidir lo que han dicho con información que ha referido alguien más. Así van tejiendo una red de información obviamente falsa cuyo único objetivo es ponerme a prueba. Ver si soy una persona cabal.”

Le pregunté
+¿A que te refieres?

Me dijo:
-“La estrategia está basada en las coincidencias. Hacer solapar datos que pueden ser contradictorios, con lo que estoy en la disyuntiva de a quién creer, son cosas nimias, tales como el plato principal de la comida del domingo, la actividad sexual favorita, el dinero que han ganado en el último mes. Tiene que haber una coincidencia, una incongruencia y luego un dilema moral. Allí, con eso planteado, mi mente comienza a establecer posibles vinculaciones entre todos los elementos y a buscar la motivación para mentir, los beneficios de hacerlo y las consecuencias para mí. En la mayoría de las ocasiones logro establecer vínculos claros con listados extensos de circunstancias dificiles de justificar, muy improbables y claramente conectadas, a pesar de que hayan sido expuestas de forma casual. Es mi principal pasatiempo. Descubrir quién está vinculado con quién, cuál es la razón más probable para el intento de manipulación y, lo que más me interesa, cuál es la verdad subyacente”.

+“Vivir haciendo eso debe ser muy dificil de encajar emocionalmente”, le dije. ¿Su respuesta?

-“Es mucho más interesante hacer esto que pretender que todo se trata de azar, de intereses anodinamente repetitivos y tener que asumir que no hay una verdad”.

Sin querer ser hiriente le pregunté,
+“¿Tomas algo recetado por un médico para estas ideas?”

-“Si, claro”, me respondió, con una sonrisa clavada en mis ojos, específicamente en el espacio sobre la nariz entre ambos ojos, “Voy con Prozac y Abilify. El médico parece estar seguro de que debo tomarlas, a él no le he pillado en mentiras. Así que le miento yo diciendo que voy genial y que creo que no hay una componenda detrás”.

Sólo recuerdo que como pude, después de estas confesiones, me levanté, asegurándome de que se quedase abierta otra botella de vino y allí terminaron mis 3 semanas de intentar hacernos amigos.

Os cuento todo esto porque le ví ayer. Tan wapo como siempre, con sus vaqueros y camisa de cuadros grandes. Con el pelo más largo y algunas canas. Y me acerqué. Está casado, tres hijos, un trabajo anodino y proyecto para hacerse con una casa en la montaña. Luego de un silencio, con nuestras miradas en la arena del suelo, le pregunté,

+”¿Cómo estás?”
y sonriendo me dijo,

-“Muy bien. Después de todo, ahora creo que lo más probable es que reine el azar, que las cosas se cruzan porque las personas somos aburridas y tenemos muchas motivaciones en común. Mi mujer me resulta transparente y sé perfectamente cuando miente y mis hijos no paran de hacerlo porque aún no entienden la realidad. Pero admito que descubrir la intriga global que pueda haber detrás sigue dándole sentido a mi vida.”

Con una sonrisa de ojos le miré. Me sentía confiada, todo iba bien hasta que el, sosteniéndome la mirada, me guiñó un ojo.

Simplemente, ya no sé qué pensar.

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