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Soneto a Hölderlin

Callada está la tierra, con su encanto
solía aclarar mi alma los mayores
altos arcanos donde la luz del día
y el carbonero cambiaban sus canciones.
 
Mirar el campo entero embellecido
y no del ser la esencia iluminada,
más hiere el dios en ocultar los signos
que a otros poetas, divinos, revelara.
 
¿Tanto en verdad nos cuidan los celestes
que al pobre ingenio confusión añaden?
Responda un hombre desde un jardín hermoso]
 
las uñas largas y el pelo enmarañado.
Responda el hombre que con su voz sostuvo]
divino el verbo y clara la palabra.

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