El vino ya no ayuda,
la cabeza cae pesada
entre las manos callosas.
Bistró insensible,
medio vasos llenos
y medio vasos vacíos,
con desconocidos solitarios
mirando en la nada.
Perdidos amores.
El, desvanecido en el humo alcohólico.
Ella, mirando el mar amigo,
perdiéndose en el brillo de las luciérnagas.
Gaetano A. Soldano Motta