El maíz del Anáhuac, el maíz de olas fieles, cuerpo de los mexitlis, a mi cuerpo se viene. En el viento me huye,

Se acabaron los días divinos de la danza delante del mar, y pasaron las siestas del viento con aroma de polen y sal, y las otras en trigos dormidas

Todo adquiere en mi boca un sabor persistente de lágrimas; el manjar cotidiano, la trova y hasta la plegaria. Yo no tengo otro oficio

Madre, cuando sea grande, ¡ay..., qué mozo el que tendrás! Te levantaré en mis brazos, como el zonda al herbazal. O te acostaré en las parvas

Ahora vamos a cantar sólo la paloma blanca. Y donosa la azulada. Paloma blanca en cantares, paloma blanca en las casas.

¿Qué tendrán las piedras pardas y los pedriscos y el légamo que al más cascado lo llevan alácrito de ardimiento? Es como que el Valle hace

Anda libre en el surco, bate el al… late vivo en el sol y se prende al… No te vale olvidarlo como al mal p… ¡le tendrás que escuchar! Habla lengua de bronce y habla len…

Azul loco y verde loco del lino en rama y en flor. Mareando de oleadas baila el lindo azuleador. Cuando el azul se deshoja,

Piececitos de niño, azulosos de frío, ¡cómo os ven y no os cubren, ¡Dios mío! ¡Piececitos heridos

Cajita mía de Olinalá, palo—rosa, jacarandá. Cuando la abro

Me acuerdo de tu rostro que se fij… mujer de saya azul y de tostada fr… que en mi niñez y sobre mi tierra… vi abrir el surco negro en un abri… Alzaba en la taberna, honda, la co…

Manitas de los niños, manitas pedigüeñas, de los valles del mundo sois dueñas. Manitas de los niños